¿Sabías que Zacapu fue una joya ecológica e hídrica hasta que la ambición extranjera y la complicidad gubernamental la transformaron en tierra de cultivo privada?
A finales del siglo XIX, la Ciénega de Zacapu, un humedal milenario de más de 12,000 hectáreas, comenzó a desaparecer por obra de empresarios españoles apoyados por el gobierno porfirista. Eduardo y Alfredo Noriega, con el respaldo de su influyente tío Íñigo Noriega, obtuvieron concesiones, financiamiento público y protección estatal para apropiarse del agua, la tierra y los beneficios agrícolas de la región.
✍️ ¿Qué perdimos?
Antes de su transformación, la ciénega era un ecosistema vivo que sostenía a pueblos como Naranja, Tarejero, Comanja y Azajo. Se pescaba, se recolectaban plantas y se usaban los manantiales para el autoconsumo. Era una fuente de vida, cultura y autonomía.
💣 ¿Qué se impuso?
La gigantesca hacienda lde Cantabria, equipada con maquinaria, ferrocarril privado y mano de obra barata, nació de la destrucción del humedal. La tierra fue vendida a bajo precio, los caminos comunales se privatizaron y las protestas de los pueblos fueron sofocadas con represión.
Zacapu pasó de ser una región lacustre a un modelo de “progreso” que enriqueció a unos pocos y empobreció a las mayorías. Un ecocidio silencioso que aún hoy deja huella.